Participación de dianatorres21 para el concurso Historia Interactiva de Toluna.

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Despertó. Lo primero que percibió fue una sensación intensa de calor y humedad. Sentía la ropa adhiriéndose a la piel como si acabase de llover. Luego, la confusión.

–“¿Dónde estoy? ¿Por qué he despertado aquí? – se preguntó.”

Una infinidad de sonidos se mezclaban, eran imposibles de distinguir. El sol, a su vez, se filtraba tenue entre las hojas de los árboles circundantes, y una bruma perpetua rodeaba el paisaje.
De repente, escuchó un sonido familiar e inconfundible. Era el sonido de las hojas secas quebrantándose bajo los pasos. Con dificultad, pudo distinguir una figura borrosa que se aproximaba.

La silueta era humana, cubierta por un hábito oscuro, como aquellos que suelen vestir los monjes franciscanos. Su cabeza estaba cubierta por la capucha del hábito y solo se podía apreciar la sombra del rostro. La figura, sin mencionar palabra alguna, le señaló para que lo siguiera. Entre la confusión decidió obedecerle. Con dificultad se erigió, estaba débil. Siguió a la silueta humana, que no hablaba, durante al menos una hora. La caminata no pudo haber sido más fatigante, aunque notaba que el clima se tornaba más fresco, estaba atardeciendo. Eventualmente llegaron a un pequeño cobertizo. La silueta abrió una puerta y le señaló hacia un montón de paja organizada en una esquina. Entendió perfectamente, se acercó al arrume y desvaneció sobre éste al instante.

Durmió durante un tiempo, sin tener la noción de cuanto había transcurrido realmente. Despertó con un intenso ardor en su garganta y con su boca seca. Con enorme desespero por encontrar algo de beber, se dirige a la puerta del cobertizo.  En el suelo encuentra una bandeja con un plato de comida y una bebida, sin pensarlo toma aquella bebida y siente como su cuerpo recupera el aliento que había perdido por el agotamiento y la intensa sed. Posteriormente, se dirige hacia el plato y come desesperadamente todo lo que había en él, hasta a la última borona. Al sentirse saciado comenzó a recobrar el sentido – “¿Quién dejo esa bandeja ahí? ¿Sería aquel hombre que me trajo hasta aquí? ¿cuáles son sus intenciones? – se preguntó”.

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